Hasta hace poco desconocida, la colaboración del poeta con esta efímera publicación de 1967 nos permite acceder a otra dimensión del artista santafesino. Una nueva sorpresa que nos brinda Paco, a 45 años de su asesinato en manos de la última dictadura cívico eclesiástico militar. Troilo, Favio, Quino, Leguizamo y hasta Karadagian charlaron con Urondo, y nos permitieron conocerlo un poco más.
Por Juan Manuel Ciucci
Texto publicado en Revoluciones
Entre el olvido que por tantas décadas surcó a su persona y a su obra, y el reciente interés y rescate de ambas, nos encontramos en un momento en que podemos descubrir enormes tesoros de su extensa producción. A días de cumplirse el 45 aniversario de su asesinato y de la desaparición de su compañera Alicia Raboy, una simple búsqueda por materiales para pensar una nota me dio la oportunidad de hallar un material recientemente recuperado que desconocía. El hallazgo se lo debemos a la gente de Fierro, mitológica revista de historietas que en su versión digital publica las 10 entrevistas que Paco Urondo realizara en la revista Juan. Dicha publicación tuvo existencia entre el 17 mayo y el 29 septiembre de 1967, y Paco pudo publicar allí entrevistas a Quino, Miguel Brascó, Helvio Botana, Leonardo Favio, Leopoldo Marechal, Roberto Cossa, María Rosa Gallo, Martín Karadagián, Irineo Leguisamo y Aníbal Troilo
Un corpus de entrevistas que no aparece en la recopilación de su obra periodística editada, siendo probablemente de los más interesantes trabajos que haya realizado en el oficio, teniendo en cuenta la importancia de los personajes con los que allí conversa. Y es que en el estilo periodístico de Paco la conversación se posiciona como el lugar privilegiado para acceder a un conocimiento esquivo, privado. “Pero dígame, ¿esto lo va a publicar o es una pregunta personal para usted?”, le dice el célebre Leguisamo, un tanto extrañado evidentemente por el tono confesional que ha tomado la entrevista.
Urondo construye entonces un espacio íntimo, donde busca que las historias o anécdotas aparezcan como definiciones posibles de lo que somos o podemos ser en un contexto puntual, en este mundo concreto que habitamos. Y al hacerlo, es también una posible definición de camino para el propio Paco, que en el año `67 de estas entrevistas se encontraba en pleno proceso de politización, con el primer viaje a Cuba y los contactos militantes del grupo MALENA. Es entonces en esas preguntas por la vida y el compromiso que le realiza a Cossa, Quino, Marechal o Favio, donde podemos encontrar a Urondo y su mundo por renovarse, pasos decisivos ante otra vida que sorprendería a muchos al ver al poeta convertido en combatiente.
El tono confesional (le preguntará desafiante a Quino: “¿No le va a dar rabia leer estas confesiones que me ha hecho?”) conecta su labor periodística en esta revista y en otras publicaciones en las que participó, con una de sus obras máximas: La Patria fusilada. Aquella profusa entrevista con les tres sobrevivientes de La Masacre de Trelew es quizás el mejor ejemplo de la contención generada por Paco al momento de entrevistar, y al mismo tiempo, de desnudarse a sí mismo ante la entrevista. Nunca abunda su personalidad, sino que más bien deja correr el río de la conversación, apuntalando la corriente para evitar que cese el movimiento del habla.
Así, en algunas de sus entrevistas en Juan, hay preguntas que parecen caer como quien dice algo ante el silencio de la charla, preguntas de la familia o el momento personal con que podemos cruzarnos en el habla diaria en cualquier charla de amistad. Una intimidad ante la que se puede reaccionar de manera elusiva (Leguisamo no parece haberla pasado tan bien) o aprovechar para decirse a une misme lo que de otra manera quizás nunca se diría (Favio aprovecha esa charla para abrirse a sí mismo tanto que hasta Paco se inquieta: “¿No te sentís manoseado con estos reportajes?” pregunta a dúo con Roberto Cossa, compañero en algunas de las notas publicadas).
La recuperación del material que ha realizado la Revista Fierro no sólo es fundamental por el acceso que permite a esta parte de la obra de Paco, sino especialmente grata por la decisión de realizar una publicación facsimilar de las entrevistas. Así podemos apreciar el diseño que vuelve sumamente atractivas las entrevistas, con fotos retocadas o recortadas invadiendo las palabras. Pero además porque nos permite recuperar imágenes hasta ahora inéditas de Urondo, dialogando con Troilo, Marechal o Favio por ejemplo, testimonio gráfico de cruces fundamentales para nuestra cultura popular.

Pero resulta especialmente atinada la decisión facsimilar porque nos permite acceder a documentos de una historia perdida, delito que aún persiste contra quienes fueron víctimas de la violencia genocida de la última dictadura cívico eclesiástico militar. Hay una falta que todavía nos duele y nos incrimina, ante un olvido social que muchas veces nos invade. Seguimos desconociendo sus vidas, sus historias, aparece aún borroneado el contorno de sus existencias. Grandes lagunas que por mucho tiempo incluyeron prácticamente toda su obra, que no era sencillo recuperar años atrás. La reciente edición de toda su producción nos permitió apreciar a paco como poeta, narrador, periodista, ensayista, etc. Pero esa falta de vida y obra aún la sentimos con Haroldo Conti, Rodolfo Ortega Peña o Alicia Eguren, de quien recién ahora se dice que se editará por primera vez toda su obra.
Pero esas faltas también nos permiten estos encuentros, apariciones inesperadas que nos recuerdan tanto el horror de una vida segada por el odio fascista, como la celebración de una vitalidad tan plena y prodigiosa como la de Francisco Urondo. Así, a 45 años de su asesinato y de la desaparición de su compañera Alicia Raboy, también periodista comprometida y militante, estas entrevistas nos permiten celebrarlo con algo que hasta ayer nomás desconocíamos. Y nos impulsan al ejercicio de la memoria, fundante de los procesos de verdad y justicia que seguimos transitando. Ante el olvido al que intentaron someterles, 30.000 compañeres presentes siguen dando testimonio de tiempos difíciles.
Falta mucho aún por redescubrir de Paco, por celebrar de su vida y obra. Esa sonrisa burlona, casi su firma autoral, que aparece en Juan de tres cuartos perfil en una hermosa foto de su entrevista a Troilo, nos sigue pues invitando al juego. Será cuestión de atreverse, y dejarse guiar por su accionar y por su oficio, esa histórica seducción que Urondo supo cultivar durante toda su vida.
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