3J: NI UNA MENOS

Hace 6 años nos encontrábamos en las plazas de las principales ciudades de Argentina. El femicidio de Chiara Paez, de 14 años, generó estupor una vez más. Desde una cuenta colectiva de Twitter se nos convocó: el 3 de junio de 2015 nos encontraríamos para gritar Ni Una Menos. En esta nota buscamos reflexionar sobre el camino recorrido desde aquel día.

Por Natalia Magnético y Abril García Mur

Mientras lees esta nota sigue sin aparecer Tehuel De La Torre. Exigimos la aparición inmediata con vida de Tehuel. No estamos todes. 

El 3 de junio de 2015 miles de mujeres a lo largo del país nos encontramos en un grito común: Ni Una Menos, paren de matarnos. La demanda por políticas públicas contra la violencia machista fue una consigna unánime. Tiempo después, desde distintos espacios se recuerdan dos cosas: el comienzo en el que muchas de nosotras nos empezamos a identificar como feministas; y la masividad y confluencia de sectores políticos, sociales y culturales muy disímiles y hasta enfrentados entre sí. El Ni Una Menos encontró a: movimientos sociales, independientes, asambleístas, académicas, periodistas, políticas, madres, tías, abuelas, primas y hermanas. Mujeres a la izquierda, mujeres conservadoras y de derecha, mujeres peronistas, mujeres organizadas, mujeres autónomas. Es que el 3 de junio de 2015 la consigna era amplia e ineludible.

La masificación que provocó ese primer Ni Una Menos convocó a muchas mujeres jóvenes a volcarse hacia los feminismos como una respuesta para luchar por una vida digna. También dejó poco margen para aquellas perspectivas que lejos de pensarse en la transformación, buscan defender el orden establecido. Esa primera consigna común fue retomando discusiones de los feminismos históricos acuñados por compañeras de diversas latitudes del mundo. Y así fue complejizando su alcance y descifrando las múltiples desigualdades que persisten en un sistema patriarcal que reproduce las injusticias basadas en el género, la raza y la clase. Ese recorrido inicial en el que las mujeres nos encontramos como sujetas de lucha, nos propuso pensarnos también como sujetas de un cistema que excluye, y por ende nos hermana, con la comunidad LGBTIQ+.

Las luchas del activismo feminista no son nuevas, de hecho, perspectivas teóricas y formas de organizarse novedosas o superadoras nacen de las ideas feministas: el enfoque de los derechos humanos y las políticas transversales, por ejemplo. En una América Latina que ha sido precursora de movilizaciones y luchas colectivas, nuestros orígenes también se impregnan en las formas de hacer feminismos. Nuestro ejemplo más próximo e intenso son las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo que con sus pañuelos blancos y sus rondas infinitas nos marcan el camino. 

A su vez, en América Latina los movimientos de mujeres y LGBTIQ+ son protagonistas del impulso de agendas feministas y diversas, así como primera línea de resistencia ante la opresión y la represión: las compañeras y compañeres en Chile, en Colombia y Brasil son ejemplo de lucha incansable.

A 6 años del primer Ni Una Menos, los feminismos y diversidades sexuales en Argentina hemos tenido victorias que nos impulsan a seguir: la creación de Ministerios (nacional y provinciales) de Mujeres Géneros y Diversidad; el Cupo Laboral Travesti Trans en el sector público nacional y el Aborto Legal. Estos avances, sin embargo, se dan en un contexto en donde no solo persiste, sino que se agrava la situación de la violencia de género y los femicidios en nuestro país. El contexto de pandemia ha exacerbado las violencias hacia las mujeres y el número de femicidios sigue siendo inaceptable. Es por eso que, más que nunca, precisamos del fortalecimiento de políticas públicas que no solo concienticen si no que eviten las violencias y femicidios perpetrados contra las mujeres, así como los travesticidios y crímenes de odio contra la comunidad LGBTIQ+. Estas políticas deben ser acompañadas de una Reforma Judicial Feminista que rompa los pactos de silencio, complicidad e impunidad de un poder judicial patriarcal. Así también como de un impulso del cupo laboral trans en todos los ámbitos- 

Resulta inadmisible que debamos seguir exigiendo que paren de matarnos y que una de nuestras consignas principales tenga que insistir en nuestro derecho a la existencia. Nos mueve el deseo pero también nos mueve la rabia de los cada vez más femicidios y travesticidios. A 6 años de una movilización que nos transformó internamente y nos impulsó colectivamente nos emociona lo conquistado pero también nos mueve la urgencia de no querer ni una compañera menos, ni une compañere menos

¡Arriba los feminismos que van a vencer!