Entrevista a Diego Genoud, periodista y autor del libro El peronismo de Cristina donde analiza al frente gubernamental “entre la dolorosa unidad, la escasez y la guerra interminable con el establishment”. Una charla a fondo que nos permite pensar la actualidad del peronismo, pero especialmente el futuro incierto que debemos transitar. “Durante el primer año Cristina le dejó a Alberto la iniciativa, esperando que resuelva en algún sentido la crisis. Pero ahora me parece que es una instancia distinta, donde el gobierno se juega el resultado electoral, y ahí Cristina está con una presencia cada vez mayor, discutiendo cómo se llega a las elecciones, la discusión en torno al Fondo, al ajuste, a los salarios, a los subsidios”.
Por Juan Manuel Ciucci
Círculo Ecuador: ¿Cómo repercute el modo en que se construyó el Frente de Todes para las elecciones en la actual gestión de gobierno?
Diego Genoud: Creo que el Frente es una especie de familia ensamblada, entonces ahora se ven las dificultades en la gestión de una jugada virtuosa que fue la de Cristina, de nombrar a Alberto. Porque destrabó el proceso electoral y le dio la victoria al Frente, pero fue también una decisión que surgió de un dedazo, sin consultar a nadie, sin un proceso de discusión. Y Alberto en una situación nueva por completo, porque era alguien que nunca había construido poder propio, y tiene esa deuda de origen con Cristina y tiene además la dificultad de alguien que siempre había trabajado para otros. Que obviamente es una figura central, más allá de que haya perdido poder, autoridad, como muchos piensan. Después el gobierno está loteado, está dividido de arriba abajo, a mi criterio y por lo que hablo con funcionarios. No es nada más una diferencia que puede haber entre Cristina-Alberto sino que cada ministerio tiene distintas capas de distintas corrientes que se reparten el poder. Y eso no siempre funciona bien o incluso puedo decir de muchos casos que funciona mal, donde hay ministros que hablan de una tensión permanente. Me parece que en la gestión se ve la dificultad de que el Frente de Todos es una familia ensamblada, con distintas historias, incluso funcionarios o dirigentes que tuvieron roles muy distintos durante el macrismo: una cosa fue el kirchnerismo, el massismo, otra la CGT, los gobernadores, cada uno hizo un juego distinto.
CE: ¿Cómo analiza el papel de Cristina hoy? ¿Cómo se conduce desde la vicepresidencia?
DG: El papel de Cristina obviamente me parece central, aunque es un papel que a ella misma creo yo le cuesta asumir, después de haber sido dos veces presidenta. Es un papel en apariencia secundario, porque no está todos los días hablando pero obviamente al ser ella la de la de la mayor parte de los votos, de la mayor parte del poder dentro del Frente, su papel es importante, es central. Pero hay un problema en cómo puede traducir ese poder que tiene en las actuales circunstancias. Sin dañar a Alberto, y logrando al mismo tiempo que prosperen sus puntos de vista. A mi criterio durante el primer año ella le dejó a Alberto la iniciativa, esperando que resuelva en algún sentido la crisis, apoyó la reestructuración de la deuda obviamente. Pero ahora me parece que es una instancia distinta, donde el gobierno se juega el resultado electoral, y ahí Cristina está con una presencia cada vez mayor, discutiendo como se llega a las elecciones, la discusión en torno al fondo, al ajuste, a los salarios, a los subsidios. Ahora la veo con un rol más importante, es rara la manera de conducir porque está al mismo tiempo replegada, incluso muchas veces se la ve más concentrada en su situación personal, lo que siempre se dice de su situación judicial. O sea que alterna una mirada estratégica, con una postura de autodefensa que todavía mantiene porque le preocupa mucho el frente judicial.
CE: ¿Qué aportes realizó el «peronismo de centro» en el Frente y qué aporta hoy en la gestión?
DG: El peronismo de centro sirvió para reconstituir de alguna manera los bordes de lo que fue el Frente Para la Victoria original. Porque sumó a los gobernadores, no hay que olvidarse que Manzur, Bordet, Uñac, fueron socios de la gobernabilidad de Macri y hasta apostaron a dejar atrás a Cristina, algunos de mal modo incluso. Entonces por supuesto que la decisión de nombrar a Alberto, la incorporación de Massa, la suma de los gobernadores y el sindicalismo de la CGT, le dio al Frente de Todos el plus: Unidad Ciudadana más esta territorialidad, este sector político. Creo que Cristina misma lo reconoce cuando habló en diciembre pasado en La Plata, cuando dijo que ganamos por la memoria de los años de gestión kirchnerista y la unidad. Si no obviamente era muy difícil en una elección que terminó siendo peleada con Macri, ganar. O era mucho más ajustada la victoria. En la gestión no sé realmente cuál es el aporte, porque hay mucha confusión, entonces ahí lo que veo con más claridad es el aporte de Massa, que es un jugador con peso específico, con intereses propios, representante de un bloque de poder dentro del Frente y en una alianza muy fuerte con Máximo Kirchner. Ahí abajo me parece que se trata de constituir como un segundo estamento de poder. Massa le aporta mucho a La Cámpora, le abre puertas con el establishment, con el poder económico. Así que si uno dice cuál es el aporte del peronismo de centro, me parece que es el aporte sobre todo de Massa, porque los gobernadores los veo muy recluidos y los intendentes están subordinados a la estrategia de Cristina en Provincia.
CE: ¿Cómo ve el futuro del «peronismo de Macri» ante ésta profundización del enfrentamiento con el gobierno en un año electoral?
DG: El peronismo de Macri está otra vez un poco complicado me parece, porque mientras Macri siga teniendo el rol central que tiene hoy en Juntos por el Cambio, es un apéndice de una construcción mucho más amplia. Donde aparece difuso el rol de ese peronismo de centroderecha que quería convocar Frigerio, Monzó o hasta incluso Pichetto que estaba del otro lado y saltó. Puede tener un papel más importante si Larreta en algún momento se anima a discutir el liderazgo con Macri y logra trascenderlo. Hay que ver cómo lo hace, por ahora también Larreta parece muy asociado a Macri y sin poder despegar. Y en ese sentido genera la desilusión creo yo de la llamada “ala política” que espera que Larreta alguna vez se ponga los pantalones largos. Pero Larreta es un tipo muy astuto, sigue construyendo como construyó Macri, desde la vidriera de la Ciudad de Buenos Aires, desde el maxikiosco. Sin confrontar demasiado, sin lanzarse todavía a un proyecto nacional, sin recorrer las provincias, y en ese punto mientras Larreta no se proponga conducir el espacio opositor ese peronismo de Macri va a seguir muy diluido en el frente opositor. Porque se trata de una fuerza antiperonista, su adhesión mayor proviene de sectores del antiperonismo. Cuando gobernaba Macri dije que gana las elecciones contra el peronismo Juntos por el Cambio, y después gobierna con el peronismo. Ahora en la oposición está muy atado a la campaña antikirchnerista, antiperonista, y hay poco margen para esos sectores.
CE: ¿Cómo ve la gestión de gobierno en éste difícil contexto, y qué efecto pueden tener las elecciones?
DG: La gestión del gobernó la veo cruzada por la contradicción interna por un lado, y por la dificultad económica, la pandemia, la herencia, etc. por el otro. Con un debate dentro del gobierno muy profundo, porque mientras Guzman hoy está debilitado y plantea la necesidad de una autocrítica que en realidad es que Cristina y Kicillof hagan una autocrítica del cristinismo final que se quedó sin nafta, que se quedó con pocas reservas, que tenía una economía que no crecía, además de la alta inflación, etc.; pareciera muchas veces que desde el cristinismo se reivindica a libro cerrado esa última experiencia, o que no logra salir de esa matriz que terminó en una derrota ajustada en el 2015. Es un contexto mucho más difícil, el cristinismo se dedicó a pagar deuda hasta el final y eso fue lo que explicó que no se quedara con reservas, y hoy el cristinismo plantea en un contexto distinto que no hay que pagar y hay que postergar estos pagos. Lo que finalmente el gobierno va a hacer, se está discutiendo cómo y cuándo. Creo que es una gestión de reducción de daños, que intenta la reducción de daños pero que corre muy de atrás porque hay un deterioro muy grande de la situación económica de las mayorías. Y el gobierno está ajustando, con la política de Guzman se está ajustando sobre los ingresos, y vas a encadenar 4 años de caída de salarios de los últimos 5. Todo indica que la promesa de que los salarios le van a aganar a la inflación hoy parece un chiste casi. Eso obviamente conspira contra la vida de las mayorías, pero también conspira contra el crecimiento, porque cae el mercado interno, cae el consumo. Y eso puede repercutir en las elecciones, aunque no sabemos porque la pandemia es una especie de terremoto y no sabemos las réplicas hasta donde van a llegar. Me parece que hasta ahora el gobierno logra llevar adelante una situación muy muy compleja, muy delicada, logra avanzar sin que haya desbordes sociales digamos. Pero no sabemos lo que está pasando en la base de la sociedad, me parece. Todos los paliativos que se dan son insuficientes. Así que me parece que las elecciones van a ser un momento importante sobre todo para saber para dónde sale después el Frente de Todos, después de un triunfo o de una derrota.
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