Marihuana medicinal: un avance ante lo mucho que falta

Por Juan Manuel Ciucci

Sus cómplices en el programa parecían tan asombrados como uno mismo desde casa, al escucharlo. Incluso uno dijo, como para no perder el tono fascista usual: “bueno tampoco no es peligrosa, te mata las neuronas”. Pero aún ante ese argumento tan trillado por el prohibicionismo, el nefasto Baby Etchecopar mantuvo su línea: “hay que legalizar la marihuana, el tabaco es peor”.

De lo que discutían era de la nueva reglamentación de la Ley Nacional de Investigación Médica y Científica de Uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus Derivados, que ahora permitirá que la Ley aprobada en 2017, por fin tenga sentido. La nueva reglamentación que deroga el Decreto N° 738/2017 firmado por Mauricio Macri, facilita e impulsa “la investigación científica orientada a los posibles usos terapéuticos”, garantiza “el acceso a las terapias de forma segura e informada para los usuarios y usuarias”, y permite “el acceso al aceite de cannabis mediante el autocultivo, el cultivo solidario o bien a través de la utilización de especialidades medicinales en los casos en que exista indicación médica”.

Este ejemplo nos permite analizar uno de los puntos ciegos de la legislación argentina que suele pasarse por alto, y que demuestra una vez más su centralidad: la reglamentación de las leyes. No alcanza con que en las dos cámaras del Congreso nacional avance una ley: si su reglamentación queda atada a los intereses de turno del Poder Ejecutivo, puede perderse toda iniciativa positiva que contemple dicha ley. De cara al tratamiento de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, nos permite tener una perspectiva de lo mucho que deberemos batallar para que las reglamentaciones no rompan el espíritu de la Ley, y que nadie pueda esconderse detrás de las mismas para no aplicarla.

El otro punto fundamental tiene que ver con el humor social respecto a ciertas temáticas, que ya nos permite visibilizar que son sólo sectores ultrareaccionarios los que terminan oponiéndose. Esta anécdota del fascista Etchecopar nos permite vislumbrar ese piso de acuerdos que transitamos, y que impone una legislación que deje de criminalizar el consumo de marihuana. Desde el Poder Judicial sobran los ejemplos en torno al gasto y la burocracia que le implica al Estado perseguir a pequeños consumidores. Siendo que hay una falencia grave en el sistema de justicia, que muchas veces va de la mano del colapso en que se encuentran los juzgados nacionales, la legalización no sólo respetaría un mandato constitucional, sino que además permitiría liberar capacidad instalada para el ejercicio de justicia en causas que son primordiales.

Pero también corresponde en estos casos impulsar el consumo recreativo, reivindicar el derecho al goce, y en todo caso solicitar políticas públicas en torno al consumo, para poder salir de los planteos mentirosos en torno a los efectos y defectos que pueden tener las drogas en general y la marihuana en particular. Desde allí romper con los lazos de delincuencia organizada por los propios poderes facticos de la sociedad, que en su mayoría utilizan la lógica narco como un modo de financiamiento y a su vez de control social. Desde el prohibicionismo que permitió por ejemplo el financiamiento de los “contras” en Centroamérica para combatir a la Revolución Sandinista financiándose con el narcotráfico, algo que sucedió en los ´80 de la mano de la política exterior norteamericana. O algo más puntual como fue la batalla entre policías federales y provinciales en Avellaneda que terminó con la muerte de un comisario que pretendía cobrar una nueva extorsión al famoso “narcomenudeo”.

Esta reglamentación por lo tanto no puede ser más que celebrada, viendo la felicidad que ha provocado en el colectivo Mamá Cultiva, por cómo se podrá ahora sí ayudar a muchísimas personas que encontraron en el aceite de marihuana una solución. Y por la perspectiva que nos abre hacia la legalización del consumo recreativo, en torno a lo que podemos avanzar en el derecho a decidir que tenemos sobre nuestros cuerpos, y poder quitarnos el discurso prohibicionista que intenta criminalizar nuestras elecciones. Una avanzada de este nuevo siglo, en la búsqueda de la expansión de derechos que venimos transitando. La legalización de la marihuana es una conquista por lo tanto que se está demorando mucho en llegar, y por la cual debemos volver a insistir una vez más.