“Hay una palabra no dicha por ella que sin embargo inunda el discurso del Presidente, quizás como una herencia que aún nuestros oídos escuchan. Es que la transformación de la realidad a partir de la conquista de derechos, ha quedado sin lugar a dudas adherida a su nombre, a su accionar, a ese movimiento que aun corroe a las instituciones llamado kirchnerismo”.
Por Juan Manuel Ciucci
Está ahí sentada, junto al Presidente. Cuando la nombran, dentro y fuera del Congreso se escucha una ovación, probablemente la más importante del día. Cuando en la cadena nacional el plano la incluye a ella, es imposible no observar sus movimientos, por más que sean mínimos. Más tarde, rebotará en las redes una escena en la que ella parece regañar al Presidente, y entonces los medios hegemónicos intentarán armar un show con lectura de labios incluida.
Parece ser un problema serio: nos cuesta no prestarle atención a todo lo que hace. Y eso que Cristina esta vez ha decidido correrse del foco principal, y prestar servicio en este momento tan complejo que nos toca vivir en una tarea subalterna. Sin embargo tanto la lectura de los medios como de quienes hasta el Congreso nos movilizamos, se ve impactada tanto por su presencia como por su ausencia.
En los días previos ya había retornado a la agenda pública merced al paso de comedia que ensayó cuando el supermercadista senador Eduardo Costa se abstuvo ante la Ley de Góndolas. “Claro, ya me imaginaba” soltó risueña ante el recuento de votos. Y aunque nos parecía un tanto imposible verla en una faceta tan administrativa como la de Presidir el Senado, de a poco su rol allí va tomando forma.
Retomando la idea de la condición dual de la conducción, en estos primeros días hemos visto cómo en la acción de gobierno Alberto enmarca los nuevos lineamientos de esta gestión, al tiempo que Cristina suma líneas rupturistas por fuera de los ámbitos oficiales. Su viaje a Cuba para presentar Sinceramente fue quizás el suceso más significativo al respecto, en donde sus críticas al FMI se aunaban a las reuniones más amenas desarrolladas por el Ministro Guzmán. Las primeras reacciones del Fondo respecto a la deuda parecen bien encaminadas, con anuncios de necesidad de una quita y de insostenibilidad en las condiciones actuales. Pareciera ser que la dualidad brindó sus frutos.
En su discurso ante la Asamblea Legislativa del domingo pasado, Alberto trazó una línea de acción que permite determinar los primeros pasos que seguirá su gobierno. Allí también podemos ver una unidad ampliada, en donde nada puede decirse que incumpla con lo prometido en campaña tanto por él como por Cristina. Hay una palabra no dicha por ella que sin embargo inunda el discurso del Presidente, quizás como una herencia que aún nuestros oídos escuchan. Es que la transformación de la realidad a partir de la conquista de derechos, ha quedado sin lugar a dudas adherida a su nombre, a su accionar, a ese movimiento que aun corroe a las instituciones llamado kirchnerismo.
En una plaza abarrotada Cristina le supo aconsejar: “confíe siempre en su pueblo”. Así parece estar encaminado Alberto, tanto como para disculparse por sus desafortunados dichos respecto al pasado reciente de la Argentina, y reunirse con Norita como gesto de un compromiso institucional contra el negacionismo. El proyecto de Ley para la Interrupción Voluntaria del Embarazo que se presentará en estos días, va en ese camino, como así también la reforma del Poder Judicial o de los servicios de inteligencia. Son medidas tendientes a favorecer la igualdad y tornar menos parcial esta democracia que nos han legado. Reflejos de la unidad en la diversidad que estamos transitando, y que se potencia con dos figuras centrales, que deben soportar el asedio (y el deseo de muchos sectores) de rumores de pelea. Alberto en tanto encarna la verdadera “ancha avenida del medio”, que comprendió que para serlo debía incluir al kirchnerismo, y que no era éste uno de los “extremos” a evitar.
La experiencia macrista nos dejó una huella de destrucción a la que nadie quiere volver, y es sin dudas lo que nos mantiene tan unides en esta coyuntura. Será nuestra la tarea de construir esa unidad hacia dónde queremos ir, y no sólo desde donde queremos escapar. El discurso presidencial del domingo parece urgirnos a ello, con su arranque detallado de la situación garrafal en la que nos dejaron, y un final proyectado hacia un futuro más justo. Cristina ha sido la promotora de esta construcción y es hoy su garante, allí reside sin lugar a dudas la tarea de conducción que aún conserva. Será que cuando sin temores nos decimos “es con todes”, es porque estamos seguros de que si algo de todo esto será posible, es porque quienes antes dudaban y jugaban a la división, ahora han comprendido que si llega a ser, indefectiblemente, tendrá que ser con Ella.
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